Critica #1:
Tiene escenas cinemáticas bastante buenas, ya el inicio es destacable en el montaje y ejecución de la escena, sus defectos están en la prontitud con la cual plantean las relaciones de Kei, así como la coherencia del mismo personaje, que pasa de ser una persona sin carácter para mantenerse ante los deseos de su madre y del grupo, para luego convertirse en un chico decidido a sobrevivir.
La explicación de los ajin se relacionan a esos avatares que aparecen tras de ellos en ciertos momentos de su vida relacionados a la experiencia de la muerte o cuando estos, valga la redundancia, mueren, tal si fuera Highlander: El inmortal (1986), si bien es cierto que la escena de que estos pudieran afectar su mente se sobreentiende.
Si buscabas una serie de acción y seres oscuros con ganas de sangre, esta es tu serie, aunque no la mejor o entre las series de anime más sobresalientes de la temporada.
Este anime es muy recomendado para las personas que les gusta ver una forma de batalla muy inusual, ya que las peleas se basan en como usar el AJIN y que cada vez que se quedan sin energía se deben suicidar para poder regenerar su energía y volver al ataque, eso se ve muy irreal y grandioso.
Por otro lado, como es el estilo de los japoneses y sus ánimes ultimamente, su mejor capítulo es el último y sabiendo todo lo que nos cuenta en los capítulos anteriores, ese capítulo se ve muy pero muy genial.
Crítica #2:
Hay veces que se da tanto bombo y platillo a un anime antes de lanzarlo al juicio popular, a la vista de todos, que las expectativas forjadas a raíz de una premisa rompedora y emocionante se quedan en eso, en simples expectativas. El producto final no está a la altura de la idea -fantasía, en realidad- alimentada, de modo que muchas veces los espectadores se limitan a darle la espalda al recién nacido, subrayando sus errores y olvidando sus virtudes. Ajin es el ejemplo más reciente.
En primer lugar diré que Ajin es una buena serie; no espectacular ni excelente, pero si que es buena. Intensa, madura y original, diferente a los animes de su clase como Parasyte o Tokyo Ghoul. Personalmente a mi me ha gustado bastante, especialmente por su determinación a alejarse de lo convencional. Claro que las personas que valoren la estética por encima del guión no estarán de acuerdo conmigo, y es que el mayor error de los creadores de Ajin ha sido el hacerla en 3-D. Ha sido de hecho un gran error. Visionar un solo minuto de Ajin es suficiente para comprobar que, visualmente hablando, éste anime es un fiasco. Los movimientos de los personajes se ven forzados y articulados, como si fueran androides en lugar de seres humanos; por no hablar de las expresiones faciales, rígidas y en absoluto naturales. Apenas hay movimientos secundarios como la ropa o el pelo, y todo ello resta una poderosa cantidad de realismo al anime. Ese es el gran pecado de Ajin: olvidar que el fin de toda historia es lograr verosimilitud, que el público se crea lo que ve.
Un diseño así solo lo hubieran soportado animes de la talla de Death Note o Monster, ya que su soberbia fuerza argumental habría dejado la estética relegada a un discreto segundo plano. Pero Ajin no es tan buena y por eso resulta más evidente su defecto. Sin embargo si conseguimos olvidar el dibujo y nos centramos en la historia que nos cuentan nos encontraremos con una serie sumamente atractiva, interesante y profunda. Antes la he comparado con Parasyte y Tokyo Ghoul pero éste anime es diferente, de hecho busca diferenciarse, busca su propia voz y eso es algo que he aprendido a valorar profundamente. Solo de entrada ya atrae.
En el mundo se descubrió la presencia de una increíble especie a la que se denominó Ajin, cuya mayor característica -y lo único que los diferencia de las personas corrientes- es que no mueren. Mejor dicho, mueren y luego resucitan sanos e íntegros. El mundo los considera fenómenos inhumanos y los gobiernos los tratan como ratas de laboratorio, si bien en esencia son tan humanos como cualquiera. De hecho la única forma de saber si alguien es un Ajin sería matándole, de modo que aunque oficialmente haya 45 casos en el mundo en realidad podría haber miles, millones incluso. Si se trata de una mutación o alguna clase de parásito, todavía no se sabe. La historia comienza con Nagai Kei, un joven con una vida normal que por accidente -literalmente- descubre que es un Ajin y debe huir antes de que lo atrapen, dejando tras de sí todo su mundo. Por una cara de la moneda están las autoridades políticas y médicas dispuestas a hacer lo que sea por cazarle. Por la otra, cierto experimentado Ajin determinado a hacer que el mundo deje de ver a los suyos como esperpentos, si bien no le importa sacrificar peones inútiles, Ajin o no.
Dejando a un lado la premisa, atrayente en esencia, la historia de Ajin está sorprendentemente bien llevada; es muy realista y madura, y a pesar del abanico de personajes que podrían dar lugar a dispersar el argumento, todos hacen su papel de forma natural y comedida, perfecta, dejandole a Nagai Kei el peso del protagonismo y a Satõ el del antagonista. Sin embargo Ajin resulta ser más inteligente y complicado, con un trasfondo psicológico que define la naturaleza humana actual: nadie hace nada si no le implica directamente.
Básicamente, Ajin expone la individualidad extrema de los humanos, el egoísmo, el pensar en uno mismo sin preocuparse por los demás. Todos los personajes actúan impulsados por sus propios deseos egoístas, crueles incluso, y el paladín es Nagai Kei. Al encontrarse solo y acorralado Kei recurre -por ser su único recurso- a un amigo de la infancia al que hasta entonces había rechazado e ignorado; e incluso cuando éste se involucra gentilmente arriesgando su estabilidad, Kei mantiene una barrera de superioridad respecto a él. Nuestro protagonista es un joven egoísta, calculador y desagradecido. Lo era antes de descubrir que es un Ajin -su hermana bien lo sabe- y lo sigue siendo después; lo que hace que Satõ se fije realmente en él y lo ponga a prueba.
En ese punto Ajin me ha encantado, ya que expone a través de un protagonista en absoluto heroico algo tan real como poco agradable: que la naturaleza humana no cambia. Podemos crecer, aprender de los errores, adaptarnos... pero en el fondo siempre seremos los mismos. Y el otro tema que éste anime subraya varias veces es la pasividad humana ante todo aquello que no nos toca directamente, la preocupante falta de empatía para con problemas de los demás. Personalmente a mi me gusta encontrar en los animes mensajes autocríticos, espejos en los que mirarme y que me animen a pensar. Pero incluso dejando a un lado mis gustos personales Ajin es una serie muy interesante que merece la pena verse.
Rompo una lanza a su favor porque si bien es cierto que la animación no hay por donde cogerla, la historia y la forma en la que está llevada destaca por encima de su estética. Ajin es, en pocas palabras, un buen anime y espero con ganas la segunda temporada.
Crítica #3:
Situada en la actualidad en Ajin se planeta la existencia de semihumanos, gente aparentemente indistinguible de los demás que son capaces de resucitar cada vez que mueren. En el mundo se han descubierto unos cuantos de ellos y diferentes organizaciones, cada una con sus intereses, ofrecen recompensas por capturarles.
La historia comienza con Kei, un estudiante normal que después de un grave accidente se recompone y resucita. Automáticamente la gente se pone en su contra y comienza la huida.
Después de este planteamiento más o menos original, la raza que amenaza a la humanidad no es muy nueva aunque quizá si la forma que esta toma, El problema viene cuando no se nos revela mucho más ni del origen de los Ajin ni de los protagonistas que se van intercambiando el protagonismo durante los primero capítulos.
El ritmo tiene sus luces y sus sombras, ningún capítulo es de relleno, lo cual es de agradecer en un anime corto, pero por otro lado no hay ningún capítulo que destaque por su acción o la cantidad de información que desvele, ni ninguno deja mucho suspense. En cuanto al contenido de la serie cabría destacar que se introducen varios temas de forma bastante acertada: la manipulación informativa, la política del miedo, la muerte... en ese sentido es una serie bastante jugosa,
Su punto fuerte, por novedosa, es sin duda la animación, una mezcla de animación clásica y 3D que resulta correcta aunque muchas veces irregular. Las escenas de calma pueden llegar a ser bastante estáticas, parece que se sacrifica fluidez de movimiento por belleza del dibujo. Por otro lado las escenas de acción salen claramente vencedoras, la animación casi parece a llegar a parecer un videojuego. Otro punto muy destacable es el sonido, muy detallado, cualquier interacción que tenga un personaje con su entorno es acompañado de sonidos muy reales y bien encajados.
No es ni mucho menos una mala serie pero le falta mucho peso al guión, podría tener tranquilamente otra temporada. Quizá te pueda gustar si eres muy fan del anime y quieras ver algo nuevo, en otro caso recomendaría ver cualquier otra cosa que te llame la atención.
Crítica #4:
Si quieres acción esta es tu serie, la serie no es todo acción pero cuando la hay es de la buena, y es que sabe cómo romperte los esquemas y subirte la adrenalina.
La trama es bastante buena, virtualiza bien lo que podría llegar a suceder si los ajin existieran, muestra el punto de vista tanto del ajin como de la sociedad y como no de los gobiernos. Te pone en situación con escenas duras con las que comprenderás las motivaciones de cada personaje, debido a esto no sabes quién es el bueno o el malo ya que es subjetivo.
Como punto negativo es que la animación es 3D, y para los amantes del dibujo esto es sacrilegio, a mí personalmente no me molesta, aunque a día de hoy prefiero la animación tradicional. Siempre puedes leer el manga...
El mayor error que se ha podido cometer en este anime es que han bifurcado la historia del manga original, ya que no había más tomos. En estos casos la productora debería ser paciente y esperar, pero como siempre manda la plata. Y la han cagado como siempre, ya que en cuando la historia se ha salido del manga se ha notado muchísimo, 0 sentido.
Crítica #5:
Esta entrada lleva escrita desde hace meses, pero decidí esperar antes de publicarla, para ver si las virtudes de la serie superaban con el tiempo a los defectos de su aparente cierre. Y es que puede que esperase demasiado de este anime, Ajin, que me recomendaron encarecidamente después de ver Tokyo Ghoul.
Debo reconocer que, pese a que tiene una premisa muy interesante (el hecho de que existan seres temidos y odiados que no pueden morir), creo que Ajin se acaba volviendo tan repetitiva como uno de los videojuegos del señor Sato, esa especie de Magneto de los Ajin que busca la revolución de esta nueva raza de inmortales.
No he tenido el placer de leer el manga de Gamon Sakurai ni he podido ver las dos adaptaciones anteriores en formato de película, pero la serie de Netflix, pese a que no es mala, sí que al final se siente que, aunque tiene buenos momentos, no evoluciona tanto como debería y eso se percibe, sobre todo, en una segunda parte donde los diferentes intereses de los personajes llaman poco, porque con Sato tenemos a un villano que no puede morir y vuelve y vuelve y vuelve y los personajes se van quedando más encerrados en un mundo que, por mucho que se desee expandir, se siente pequeño pese a las inclusiones de los intereses de Estados Unidos y otros países con el tema de los Ajin.
Si hay que quedarse con lo positivo, la música, aunque a veces repetitiva (como la trama), es uno de los puntos buenos de este anime, que tiene escenas de acción que bien podrían traducirse a muchas películas que vemos y con un punto de partida que podría ser muy interesante en manos de directores como Christopher Nolan o Dennis Villeneuve.
Resulta una lástima que la animación en 3D a veces encaje mejor que en otras, aunque después de unos capítulos uno se acostumbra a este tipo de creación que evoca también a la reciente película de Netflix Blame!
Por último, el tono solemne en muchas ocasiones y temas típicos de los animes como el protagonista débil que desea hacerse más fuerte, como el propio Kaneki en Tokyo Ghoul o Eren en El ataque de los titanes, se justifica aquí con un antihéroe, egoísta, que busca más su propio bien que el de los demás y que, ya sea por el seiyuu o por su talante nos evoca, muy tenuemente, a ese protagonista genial que fue Light Yagami en Death Note.
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